31 octubre, 2008

Un dedito de más


La cesárea fue todo un éxito, había nacido un varón de 6 y ½ libras, que lloró al nacer y que tenia un color rosado muy saludable, todo estaba perfecto al examen físico, a excepción de la presencia de un dedito de más en cada mano, un defecto genético, que se arregla fácilmente al momento del nacimiento. El departamento de neonatología procuró de inmediato la ligadura de ambos deditos lo que provocaría que se perdieran en poco tiempo.

El recién nacido se reunió con su madre en la sala de recuperación quirúrgica, donde se alojan conjuntamente madres e hijos, la madre presurosa recorrió el cuerpo del bebe y quitándole los guantecitos se hecho a llorar, médicos y enfermeras acudimos a consolarle con la buena noticia de que los deditos de más desaparecerían en poco tiempo, sin embargo en medio de su llanto explicó más o menos lo siguiente.

El padre de su hijo, trabajaba en un polo turístico del país y no había podido llegar para el nacimiento, pero le había advertido a la madre que las dudas que tenía de si ese era o no su hijo se revolverían a la hora de nacer, si el niño tenía 6 dedos en las manos, como los tenía él, entonces era suyo.

La madre desconsolada a quien nunca se le preguntó del tratamiento para su hijo representa miles de dominicanos que son asistidos por la ignorancia al momento de acudir a los centros públicos y privados del país.

El consentimiento informado es aquel acto en el que el médico le habla al paciente de las opciones, los beneficios y los riesgos de un tratamiento especifico, esto es casi desconocido en la República Dominicana, ya que generalmente el paciente acude aquejado por alguna enfermedad y el médico con cierto aire paternalista de superioridad y autoridad le receta un medicamento cada 8 horas y ni siquiera le comenta el diagnostico.

Conocer el padecimiento, sus complicaciones y las opciones de tratamiento es un derecho de todo aquel que paga una consulta. Al final uno de los dos deditos se pudo salvar para guardarlo al padre ausente como prueba de la falta de consentimiento con la que aun obramos en nuestros hospitales.